jueves, diciembre 07, 2006

INDICADOR POLITICO

Prensa en 2006: acabar con anonimatos

Acreditar militancias en textos y críticas

Carlos Ramírez

Aunque cada quien tiene el derecho de expresar su crítica con absoluta libertad, en el periodismo debe haber una serie de reglas éticas que definan parcialidades. El lunes pasado Federico Arreola criticó duramente a Felipe Calderón y le hizo cargos políticos severos. Lo malo de ese texto es que Arreola ya no es un periodista sin militancia sino que forma parte de la estructura de campaña de Andrés Manuel López Obrador.

Por eso a esas columnas se les llama periodismo tramposo. O con engaños intencionados. Se trata de articulistas y columnistas que tienen una militancia partidista o participan directamente a favor de un candidato pero escriben textos sin acreditar esa parcialidad. Lo malo, sin embargo, ocurre cuando los medios participan concientemente de esos ardides al esconder las definiciones de sus colaboradores.

De ahí que sea necesario emprender un periodismo más transparente para el 2006 para que los militantes de partidos o que trabajan para la campaña de algún precandidato o candidato acrediten con claridad sus inclinaciones. Arreola, por ejemplo, debería acreditar al pie de su columna que trabaja como parte del equipo de campaña que quiere llevar al perredista López Obrador a la presidencia de la república. De esa manera el lector puede calibrar el sentido de sus críticas como parte de las campañas electorales.

El periodismo debe ser el ejercicio libre de la libertad de expresión. Pero debe cumplir las reglas mínimas. Una de ellas podría ser la aclaración en cada texto de las militancias políticas de los autores. Los periodistas críticos pueden tener preferencias --imposible evitarlo en un espacio de la batalla de las ideas-- pero podría comenzarse por acreditar la militancia de los que participan abiertamente en tareas de partido o de campaña.

La periodista Guadalupe Loaeza, por ejemplo, tiene una posición crítica contra el gobierno de Fox. Tiene, en efecto, todo el derecho de ejercer su libertad de expresión y su libertad de crítica. Sólo que ella ha participado en actividades a favor de López Obrador y del PRD. La escritora Elena Poniatowska se ha ganado su lugar en el periodismo. Pero al final de sus textos debiera incluirse la leyenda de que participa directamente en la campaña perredista a favor de López Obrador.

Miguel Angel Granados Chapa anda en las mismas. Es una de las plumas indispensables del ejercicio crítico, pero su militancia en actividades de partido y en comisiones del PRD debiera de acreditarse en sus trabajos diarios. Granados fue candidato de la coalición PRD-PAN a la gubernatura de Hidalgo, lo que lo obligó a compartir algunas de las ideas de esos partidos. Y participa en un grupo del PRD.

El problema no es la militancia en sí misma ni la participación en actividades de partido. Lo que la transparencia política debe dejar claro es que existen articulistas y columnistas que cumplen tareas de partido y que ha sido producto de su toma de posición partidista frente a la realidad electoral. Un periodista que tenga militancia partidista o a favor de un candidato habrá perdido su objetividad frente a sus lectores. Puede tener razón en sus reflexiones, pero debe quedar muy claro que al momento de escribir forma parte de un partido o de una candidatura.

Con esas aclaraciones sin duda que sus textos tendrán mejores lecturas. En Milenio escribe Juan Ignacio Zavala. Sus artículos semanales son bastante buenos. Defiende a Fox y al PAN. Sólo que no acredita que es militante panista, forma parte del equipo de campaña de Felipe Calderón y fue jefe de prensa del PAN. Los lectores necesitan de estos datos adicionales para darle mayor riqueza a la lectura.

La urgencia radica en los autores que tienen una militancia partidista y forman parte de los equipos de campaña de algún candidato. Los periodistas no se mueven en el vacío ideológico ni en la indiferencia electoral. Como ciudadano, todo periodista tiene derecho a sus preferencias políticas y electorales. Pero lo que hace falta es que los lectores sepan que determinados periodistas y articulistas participan directamente en labores de campaña electoral.

El artículo de Arreola del lunes, por ejemplo, tiene el pecado del engaño. Sus críticas pueden tener validez. Sólo que no las hace desde una posición de periodista independiente sino desde la trinchera de un periodista que trabaja de tiempo completo para López Obrador. Por tanto, sus textos podrían estar envenenados si no aclara que forma parte del equipo que quiere llevar a López Obrador a la presidencia y que Calderón es el candidato presidencial del PAN, adversario por tanto del tabasqueño.

El periodismo independiente debe rescatar y revalidar sus espacios frente al periodismo que tiene una militancia a favor de algún partido o candidato. Al final, no se trata de desvirtuar al periodismo no independiente porque viene de una tradición liberal del Siglo XIX con aquellos militantes que le dieron forma al periodismo de ideas, pero en medio de la ausencia de periodismo independiente.

La militancia política es una línea muy delgada. El The New York Times, por ejemplo, es bastante crítico de la política militar del presidente Bush. Sólo que ese diario publicó un editorial la víspera de las elecciones presidenciales pasadas pidiendo el voto contra Bush y a favor del candidato demócrata. El periodismo independiente, en ese caso, perdió su razón de ser. Las críticas del Times deben leerse como de un opositor político y electoral del presidente Bush.

La libertad de prensa debe descontaminarse de la militancia partidista o a favor de algún candidato presidencial.

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